Eslovaquia. Castillo de Devín

Si sueña con unas vacaciones en Europa pero aún no sabe qué país elegir, vaya a Eslovaquia. Es un país que quizá no aparezca en el mapa y apenas se conoce. Sin embargo, la República Eslovaca es un tesoro de lugares históricos y bellos paisajes. La historia de este pequeño país eslavo está presente en cada piedra, en los acogedores pueblos, en las maravillosas vistas de las montañas y el agua cristalina de los ríos y lagos. Eslovaquia es un país sin salida al mar, por lo que no es un balneario en el sentido clásico. Sin embargo, para el turista curioso, Eslovaquia es un país sin salida al mar que ofrece una belleza única.
Si viaja a Eslovaquia a finales de otoño, se divertirá en las pistas bien equipadas. No importa que sean sobre todo aficionados los que vienen aquí a esquiar, no profesionales. Incluso es bueno estar entre los entusiastas de los deportes de invierno que conquistan las pistas por el mero placer de hacerlo, más que para perfeccionar sus habilidades.
Si se encuentra en Eslovaquia en pleno verano, encontrará todo tipo de lugares de interés y actividades para disfrutar en plena naturaleza. Equitación, vuelo, rafting, montañismo y pesca son sólo algunas de las actividades que se ofrecen. En general, un pasatiempo activo para todos los gustos. Más de doscientos centros turísticos están preparados para acogerle a usted y a su familia y crear todas las condiciones para un buen descanso.

En cuanto a las obras maestras arquitectónicas, centrémonos en una de ellas: el castillo de Devín. Está situada a 10 kilómetros al oeste del centro de Bratislava, la capital de Eslovaquia. Se eleva 212 metros sobre el paisaje circundante, lo que lo convierte en uno de los castillos más antiguos de Eslovaquia. Devín tiene varios nombres: Castillo de Devín, Castillo de Devín y Castillo de Devín. Fue aquí donde el príncipe Rostislav de Gran Moravia invitó una vez a los Apóstoles Iguales Cirilo y Metodio a traducir la Biblia al eslavo.
Devin ha sufrido muchos estragos a lo largo de sus siglos de historia. Se ha reconstruido intentando conservar su aspecto original. Sólo a principios del siglo XIX Napoleón consiguió convertir la fortaleza de Devin en ruinas.
El castillo de Devín tiene algo más que valor histórico. Desde 1985, el acantilado sobre el que se alza el ruinoso castillo se considera monumento natural y está bajo protección estatal. Devín es ahora un museo. Como uno de los Tesoros Culturales Nacionales, el castillo está abierto a los turistas y ofrece visitas guiadas y una sala de exposiciones. No nos cabe duda de que después de visitar un lugar tan memorable se llevará una impresión duradera y querrá sin duda volver a este maravilloso rincón de Eslovaquia.