Nuestro viaje a Crimea
El inicio de nuestro viaje a Crimea comenzó en la estación de tren de la ciudad-héroe de Sebastopol. Al llegar temprano por la mañana, enseguida sentimos el aire fresco del mar, que nos mareó durante los primeros minutos. La ciudad dormía en sus últimos momentos antes de una agitada jornada de trabajo.
Continuación nuestro viaje a CrimeaLlegamos al hotel más cercano desde la estación, el Athena, de colores brillantes. Nos dieron una calurosa bienvenida, nos registramos en nuestras habitaciones y, agotados por el viaje, nos dormimos sin pegar ojo.
La mañana comenzó a mediodía, comimos algo y nos trasladamos a ver uno de los edificios legendarios del siglo XVIII. Tras un trayecto de 7-10 minutos en transporte público, estábamos en el centro de la ciudad y salimos a la plaza Nakhimov. En el centro de la plaza había un monumento al almirante Pavel Stepanovich Najimov, que saludaba a los visitantes desde el mar con su ubicación.
Justo antes de la bajada al mar, la entrada frontal al muelle atraviesa las columnas del muelle Grafskaya, construido en 1783, y en 1846, según un diseño del ingeniero John Walton, se erigió una collonade gemela, decorada además con leones de mármol del escultor italiano Ferdinando Pellichio. Después de mirar al mar, seguimos adelante.
Tras recorrer el paseo marítimo, llegamos al monumento a los barcos hundidos, erigido en 1905 para conmemorar la Primera Defensa de Sebastopol, durante la cual se hundieron barcos rusos para bloquear el paso de navíos enemigos a la bahía. A continuación, pasamos por uno de los edificios más antiguos, el Museo Acuario de Sebastopol, fundado en 1897 por N.N. Miklukho-Maklay y A.O. Kovalevsky.
La sala central de doce lados albergaba doce acuarios murales y una piscina central abierta, con una capacidad de 150 metros cúbicos. Tras admirar la fauna marina, seguimos adelante y contemplamos la hermosa fuente frente al Palacio de la Infancia y la Juventud, llamado Palacio de los Pioneros, inaugurado en 1962 en el antiguo edificio del Instituto de Métodos Físicos.
Después, emprendiendo nuestro viaje a Crimea, descendimos de nuevo a la bahía hasta el embarcadero de los barcos y transbordadores que transportan personas y vehículos a la parte norte de la bahía, a la plaza Zajarov y al remoto barrio Radiogorka de la ciudad. Detrás de los muelles se alzaba la aguja del cabo Chrystalny, y más allá dos promontorios se adentraban en el mar, al encuentro de los barcos que llegaban del mar.
Al otro lado de la bahía se veían dos revellines. Uno de ellos, San Miguel, construido en 1846, ha sido restaurado y devuelto a la vida como Museo Naval Ucraniano. Aquí terminaba nuestra primera excursión por la pequeña parte de la ciudad; era hora de volver al hotel y descansar después de un día tan agitado.